Entre el erotismo y el concepto
Sus trabajos más recientes han enfocado el tema de la negritud y la raíz afrodescendiente que cada venezolano lleva. Esta serie es tratada de manera singular por Loaiza, pues resalta la belleza de la mujer morena, su piel, labios, ojos, utilizando la pintura como técnica.
Por Anthony Alvarado
La Vela de Coro es un poblado con una gran riqueza cultural, entre sus tradiciones más importantes sobresale la Fiesta de Los Locos celebrada cada 28 de diciembre. Como zona costera aún corona su economía con la pesca y contribuye al turismo regional. Es un lugar casi mágico, donde podemos encontrar serenas playas y formaciones rocosas labradas por la erosión de los elementos, las Piedras de San Martín. Su cultura es de las más diversas del estado, donde se destacan muñequeras, artesanos, ceramistas, pintores. Muchos creadores que con su trabajo e imaginación contribuyen al desarrollo de Falcón como destino cultural de Venezuela.
En este contexto nace la obra de Jhomar Loaiza (1977), destacado pintor y muralista, cuya trayectoria comienza desde el I Salón de Nóveles Pintores celebrado en la Casa de la Poesía Rafael José Álvarez en el año 2004 y que se ha prolongado en una serie de exposiciones y salones donde ha obtenido participación y algunos reconocimientos, como ser seleccionado para la muestra de arte falconiano en el Museo Alejandro Otero, e incluso de alcance internacional como las dos ediciones consecutivas (X y XI) de Art al Vent, exposición que se organiza desde Alicante, España; por otro lado el Curacao World’s Longest Painting de 2013, donde su trabajo representó dignamente a Venezuela.
Sus últimos trabajos se han enfocado en el tema de la negritud y la raíz afrodescendiente que cada venezolano conlleva. No obstante, este ciclo es tratado de manera singular por el artista, pues resalta la belleza de la mujer morena, su piel, labios, ojos, utilizando la pintura como técnica pero agregando el uso de instrumentos como la espátula, el rodillo, o métodos como el frottage, para obtener un acabado plano en el lienzo, pero sin dejar la perspectiva y el volumen en total abandono. Destaca además su acentuado erotismo y el rescate que hace de la memoria ancestral, dándole justo valor en la historia venezolana y en el arte. La indumentaria es otra de las características que lleva a sus personajes a captar la atención, con un cromatismo fascinante que aprecia las telas y la manera de llevar ciertas prendas de “sus negras”, como él mismo las llama.
Mediante esta temática ha logrado alcanzar cierta perfección técnica, y es que la evolución creativa de un artista no puede anquilosarse; por tal razón Loaiza mantiene desde el pasado 10 de mayo la exposición “Presencias” en el Museo del Llano de la ciudad de Barinas, donde sus damas se trasladan del lienzo a cajones de antiguas máquinas de coser, con lo cual su trabajo adquiere además un enfoque conceptual, pasando de ser meramente figurativa a alcanzar un nivel más simbólico. En esta serie la mujer posa semidesnuda, brotando de la espesura de un fondo totalmente negro que da paso, a través del frottage, de volúmenes, brillos y claridades, formas que aparecen de las sombras con telas o túnicas, y sus turbantes característicos. La muestra complejiza entonces todo lo que implica ser mujer, desde los días de la esclavitud española hasta el sometimiento doméstico actual; en el interior de estos cajones y gavetas se encontraban pequeños objetos como clavijas, botones, tornillos, tuercas, clavos, entre otros; que se agregaron a las piezas para darle una mayor carga semántica a la propuesta.
Loaiza es un artista que trabaja afanosamente y que se adentra en el estudio de los pintores clásicos, maestros de los cuales aprende y aplica ese conocimiento, no para imitar, sino para concretar y asumir su propio lenguaje pictórico, uno que ya se vislumbra atrayente y lleno de logros.
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